lunes, 14 de julio de 2014

INTERÉS Y VIGENCIA DE LA POESÍA DE MEDARDO ÁNGEL SILVA


La obra poética de silva desde sus propios inicios no tuvo gran apogeo debido a la influencia política que circundaba en Guayaquil , en varias ocasiones bebió el trago amargo del rechazo por parte de las editoriales, pero eso no fue un obstáculos para su frustración como escritor, a pesar de ello siguió escribiendo inéditamente y como fruto de ello hoy tenemos  esa diversidad temática que abordaba, la calidad formal con que se presentaba y el adecuado empleo de los recursos técnicos literarios, principalmente  versos de distinta medida  y sobre todo la característica inconfundible:  la musicalidad de sus poemas.
Podemos observar la importancia del lenguaje dentro de la creación literaria solo nos queda por determinar cómo fue que Medardo Ángel Silva tuvo esa capacidad para plasmar sus escritos como lo plasmo, ese arraigado deseo de manifestar sus penurias, su vida llena de apariencias y de calamidades económicas y sociales.
Se puede  decir que el legado que nos deja este poeta es sin duda uno de los referentes más importantes y magníficos de todo nuestro tiempo, sus poemas eran  y serán reconocidos por la melancolía marcada en cada una de sus líneas, siendo el más ambicioso en términos literarios, de los cuatro decapitados, dando un mayor espectro temático a su poesía, la cual era altamente perfeccionista, con una lírica cálida y dulce en los aspectos formales, para así tratar con temas sombríos e inquietantes las cosas indecibles de la vida.

ENSAYO

IMPORTANCIA DEL LENGUAJE EN LA PRODUCCIÓN POÉTICA  DE MEDARDO ÁNGEL SILVA DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA ESTILÍSTICA GENERATIVA O CRÍTICA ESTILÍSTICA

VALERIA GUAMÁN
Con el presente escrito se pretende dar a conocer la producción literaria de este gran poeta como fue Medardo Ángel Silva  y como este influyo  en el desarrollo de nuestra literatura y a su vez  en su enriquecimiento, centrando este estudio en el género de su producción poética, lo que nos llevara a descubrir su  mundo interior, sus   anhelos y sobre todo ese amor un tanto sicótico por la muerte. Claro está que este eminencia de escritor no le intereso lo romántico en absoluto sino más bien dejo llevar su imaginación por lo desconocido, buscando ante todo salir de la sensiblería romántica, dando paso al pesimismo, la angustia, el imprescindible embelesamiento por la muerte y un fervoroso deseo de rehuir de la realidad.
En esta crítica si podemos llamarla así destacaremos la importancia del lenguaje como acto espiritual y ante todo creador que permite al poeta o escritor llevarlo a lo más sublime o enterrarlo vivo en la misma muerte.
Abordaremos o intentaremos hacer una crítica a su producción poética  tomando como eje a su poema Aniversario abordando su importancia, contenido y transcendencia.
Para ello tomaremos como referencia la crítica de Estilística Generativa O Critica Estilística la misma que le da singular  importancia a la función del lenguaje como fuente inspiradora en el que hacer del hecho literario.
Esta corriente considera que no se trata  de localizar los recursos que describen la dimensión afectiva del lenguaje, sino de comprender los mecanismos que ponen en juego los autores en el curso de la creación literaria es por ello que no hablaremos de una  estilística de la  lengua sino una estilística del habla.
 Nos centraremos en la importancia  del lenguaje que toma el escritor para redactar sus poemas ya que lo considera como un acto espiritual y ante todo creador.
Para ello hemos tomado como punto de partida la siguiente cita:
Lenguaje y poesía son idénticos en su esencia, aunque concuerda que   existen estos actos lingüísticos que no pueden reducirse a una plasmación poética; pero a pesar de eso es firme su creencia en que el  lenguaje genera, de modo espontáneo la representación que expresa, con lo que demuestra que intuición y expresión son lo mismo.
(Gómez. R. Fernando, 2008, pg93, Benedetto Croce, Manual de Crítica Literaria  Contemporánea)
 Concuerdo con este enunciado ya que el escritor en su poema plasma en esencia sus sentimientos, su descontento social dejando atrás las comparaciones tradicionales y objetivas, dando paso a una interiorización y subjetividad haciendo, que el poema apele a la emotividad del receptor y mas no a su razón.
Todo individuo habla, pero un poeta debe hablar con arreglo de los ecos que despiertan a la vez su espíritu, es decir: el escritor organiza e interpreta la realidad ya que el lenguaje no es solamente el reflejo de los sentimientos de los individuos sino se convierte en el punto de conexión de los escritores con su ideología, la misma que quiere que sea escuchada, sentida y principalmente trasmitida y heredada ya sea para que sea aceptada o rechazada.
Medardo Ángel silva lo que buscaba en su poesía y lo plasmaba por medio del lenguaje era un anhelo de recreación de armonía frente a un mundo inarmónico, y así un ansia de plenitud y perfección y por otra parte, una búsqueda de raíces en la crisis que produjo un sentimiento de desarraigo en el escritor, que buscaba con frenesí la soledad y una  evasión muy considerable de la realidad del tiempo y del espacio, presentándose como un guía  capaz de mostrarle al hombre común los valores verdaderos de la vida y de la razón de ser de la existencia.
El lenguaje es una  creación individual artística, manifestación de una voluntad creadora y no como un objeto que se puede aislar de la cultura y de los individuos, ya que cada uno de estos expresa una impresión espiritual creando formas del lenguaje que representen esas intuiciones, y cada una de esas creaciones lingüísticas pose un valor singular por sí misma, con independencia de que sea una obra maestra o se trate de una que apenas aporte nada a una  determinada cultura.
(Gómez. R. Fernando, 2008, pg95, Karl Vossler, Manual de Crítica Literaria  Contemporánea)
Es evidente que la poesía de nuestro escritor usa un lenguaje de acuerdo a sus emociones y estados de ánimo convirtiendo así su poesía en el escape de su mundana vida, ya que sus versos son de una gran perfección formal, se respira un hábito de aristocracia en contraste con la humilde cuna del poeta.
El lenguaje es poesía, pero también porque la poesía reposa sobre la naturaleza determinada del leguaje, podríamos decir que el pensamiento de un escribano, o poeta es como una especie de sistema solar dentro de cuya orbita giran atraídas todas las categorías de las cosas como son el lenguaje, el enredo y la trama, la estilística ve al poeta como como una energía hacedora.
De todo lo analizado anteriormente vemos la importancia del lenguaje dentro de la creación literaria, solo nos quede por determinar cómo fue que Medardo Ángel Silva tuvo esa capacidad para plasmar sus escritos como lo plasmo, ese arraigado deseo de manifestar sus penurias, su vida llena de apariencias y de calamidades económicas y sociales.
Será acaso que el lenguaje tiene ese poder sublime de componer obras magnificas capaz de sublimizar, de llegar a los corazones más inhóspitos de la tierra  de trascender a través del tiempo y del espacio o será acaso que el poeta solo le basta  el deseo de ser otra persona de  salir de su burbuja de cristal y tomar la decisión de sentir y no de vivir como lo hacemos todos los seres humanos corrientes; sea como sea tengo que decir que el legado que nos deja este poeta es sin duda uno de los referentes más importantes y magníficos de todo nuestro tiempo, sus poemas eran  y serán reconocidos por la melancolía marcada en cada una de sus líneas, siendo el más ambicioso en términos literarios, de los cuatro decapitados, dando un mayor espectro temático a su poesía, la cual era altamente perfeccionista, con una lírica cálida y dulce en los aspectos formales, para así tratar con temas sombríos e inquietantes las cosas inefables de la vida.
Concluyo que los motivos que indujeron a  Silva  a escribir sus poemas con el tinte de melancolía que solo él podía  sumergir  fueron: su profunda sensibilidad y poder de captación poética de los fenómenos y objetos de nuestra realidad  y  sobre todo, el deseo fervoroso de eludir la realidad y refugiarse en el desierto de su ser. Sintiendo la prematura vejez cuando este se encontraba en  el nácar de sus días como el manifestaba en un verso de su poema:
 ¡Hoy no es la adolecente mirada y risa franca, sino el cansado gesto de la precoz amargura y está el alma, que fuera una paloma blanca triste de tantos sueños y de tanta lectura!
Antología Poética, (2012) Decapitados, Aniversario, pg107)
                                                                                        
ANIVERSARIO
Hoy cumpliré veinte años. Amargura sin nombre
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre;
de razonar con lógica y proceder según
los Sanchos, profesores del sentido común.

Me son duros mis años y apenas si son veinte
ahora se envejece tan prematuramente;
se vive tan de prisa, pronto se va tan lejos
que repentinamente nos encontramos viejos
en frente de las sombras, de espaldas a la aurora
y solos con la esfinge siempre interrogadora.
 
¡Oh madrugadas rosas, olientes a campiña
y a flor virgen; entonces estaba el alma niña
y el canto de la boca fluía de repente
y el reír sin motivo era cosa corriente!
Iba a la escuela por el más largo camino
tras dejar soñoliento la sábana de lino
y la cama bien tibia, cuyo recuerdo halaga
sólo al pensarlo ahora; aquel San Luis Gonzaga
de pupilas azules y rubia cabellera
que velaba los sueños desde la cabecera.

Aunque íbamos despacio, al fin la callejuela
acababa y estábamos enfrente de la escuela
con el "Mantilla" bien oculto bajo el brazo
y haciendo en el umbral mucho más lento el paso,
y entonces era el ver la calle más bonita,
más de oro el sol, más fresca la alegre mañanita.

Y después, en el aula con qué mirada inquieta
se observaban las huellas rojas de la palmeta
sonriendo, no sin cierto medroso escalofrío,
de la calva del dómine y su ceño sombrío.
Pero, ¿quién atendía a las explicaciones?
Hay tanto que observar en los negros rincones
y, además, es mejor contemplar los gorriones
en los nidos, seguir el áureo derrotero
de un rayito de sol o el girar bullanguero
de un insecto vestido de seda rubia o una
mosca de vellos de oro y alas de color de luna.
 
El sol es el amigo más bueno de la infancia;
nos miente tantas cosas bellas a la distancia,
tiene un brillar tan lindo de onza nueva! Reparte
tan bien su oro que nadie se queda sin su parte;
y por él no atendíamos a las explicaciones.


Ese brujo Aladino evocaba visiones
de las mil y una noches -de las mil maravillas-
y beodas de sueño nuestras almas sencillas
sin pensar, extendían sus manos suplicantes
como quien busca a tientas puñados de brillantes.

Oh, los líricos tiempos de la gorra y la blusa
y de la cabellera rebelde que rehúsa
la armonía de aquellos peinados maternales,
cuando íbamos vestidos de ropa nueva a Misa
dominical, y pese a los serios rituales,
al ver al monaguillo soltábamos la risa.

Oh, los juegos con novias de traje a las rodillas,
los besos inocentes que se dan a hurtadillas
a la bebé amorosa de diez o doce años,
y los sedeños roces de los rizos castaños
y las rimas primeras y las cartas primeras
que motivan insomnios y producen ojeras.

¡Adolescencia mía! te llevas tantas cosas,
¡que dudo si ha de darme la juventud más rosas!,
¡y siento como nunca la tristeza sin nombre,
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre!
Hoy no es la adolescente mirada y risa franca
sino el cansado gesto de precoz amargura,
y está el alma, que fuera una paloma blanca,
triste de tantos sueños y de tanta lectura...!


BIBLIOGRAFÍA

Ø Andrade, Sáenz, Bruno (2012)  Antología poética de los decapitados.
Ø Colección Antares (2010) La Generación Decapitada.
Ø Colección Ariel, Árbol del bien y del mal
Ø Escandón Montenegro, Pablo. “Los poetas malditos” estudio introductorio.
Ø Freire Hereida, Manuel. Texto de literatura ecuatoriana sexto curso.
Ø Velazco de Veles, Zoila. Estudios sociales el liberalismo
REFERENCIA COMPLEMENTARIA
Ø Gómez Redondo, Fernando (2008) Segunda edición, Manual de Crítica Literaria Contemporánea, Madrid, Castalia.(pg. 93-95)


AQUÍ UN EJEMPLO DE ALGUNAS DE LAS CRÓNICAS DE SILVA

LA CIUDAD DOLIENTE
(Una visita al asilo de tuberculosos Calixto Romero)

En los dominios de la peste blanca. Cuarenta moribundos. Una
Santa y un loco.
(Lo que ha visto Jean d´Agréve)

BAJO UN SOL AMARILLO DE INVIERNO que cuelga de los arboles sus harapos de luz, en curvatura de playa, como evocando una dolorosa imagen, el triste barrio norteño de la ciudad nos contagia de indecible amargura.
Queda atrás el hervor del puerto, la trepidación del vivir cotidiano, el descubrimiento y conquista del pan diario, el club, el paseo… la ciudad  bulle lejos, como un mar, el eco de cuya voz llega en turbia marejada. La cárcel, el hospital, la morgue, el hospicio, el manicomio, esta es la ciudad doliente.
Per me si va nella citá dolente,
Per me si va nell eterno dolore,
Per me si va tea in perdutta gente…

Aquí viene el deshecho, el bagazo lo que la urbe estrujó, y arroja, como los restos del naufragio a la playa. De aquí, otra ola, venida del mar misterioso, llevará este deshecho humano a otra ribera, serenada, tranquila, por el Océano Pacifico de la Muerte.
El que fracasa, el Triste, el gafo, la roña viviente, la podre que ambula, el desrazonado, la toxina social, la carne madura para la cosecha de la Descarnadazón, los moradores de la ciudad doliente.
En vano decora el crepúsculo divino el plafond de los cielos de rosa, anacarado y violeta; en vano dora el mediodía la arboleda que era verdes penachos de bizarra elegancia y corona de una  marcial gracia la colina; inútilmente engaña, por el atardecer, con su cláride de  oro traslúcido el agónico dia, la reposante fatiga de la ciudad; para estos ojos tristes de moribundos, de parias, que escrutan ya el reino de las sombras de pie en los umbrales del misterio; para estas frentes empalidecidas y sudorosas, para estos pechos anhelantes, para estos labios resecos de fiebre, lívidos labios en que es agrio resonar toda palabra, y suena la frase a hueco, tal el golpe de la azada cavadora de tumbas; no hay sol, ni luz, ni noticia acariciante de alba y ponientes…

El asilo

Un día, un hombre honrado y rico, al morir en país extranjero donde adquirió una fortuna, volvió los ojos amorosamente a una tierra nativa y dejó miles para aliviar el dolor de una compatriota y mejorar la ciudad materna. Ese hombre se llama Calixto Romero y fue el donador de la casa para tuberculosos.
Esta construcción de madera aminora el triste aspecto que, si son de piedra, tienen los edificios que, a su objeto de destino. Más aún; es casi alegre, con su jardinero y reja, todo muy limpio y desnudo de mancha.

Lanciate eg ni aperanza…

El sol invernal limpia, como un plumero de luz, al triste verdor del jardincito de esta rosa triste, que suspira una melancolía opresora, en la tarde húmeda, amarillenta, como si estuviera contagiada de la blanca parte que decora a los huéspedes de este asilo –ultima posada en el camino hacia la noche ultima.

La antesala de la muerte

Sala de San Francisco. El nombre mismo evoca la piedad infinita del celeste poverello; y en verdad ¡qué piadosa ternura! ¡Qué encendida caridad se ha menester para llegar a esta desnuda antesala de la muerte!
¡Los huéspedes de esta alcoba han perdido ya la esperanza, la última y confortadora esperanza!
Ojos llameantes en las hondas cuencas mas profundas por el negror de las ojeras, brillan como luces de fiebre en el fondo de un pozo; las bocas resecas hablarían apenas ruegos lastimeros; las manos esqueléticas, todas huesos, se encorvan con apariencia de garra, como para asir la orla del manto de la salud, de la vida misma que se aleja; toses cavernosas, pertinaces rasgan; como golpes de azada en la tierra de los muertos, el silencio blanco de la sala. Huele a antiséptico y desinfectante, un olor que penetra a dar mareos  en el alma propensa a toda tristeza. Hay cuerpos de tal demacración que apenas si se perciben en los lechos numerados. La mayor desesperación ha de ser esta monotonía de horas dolientes, pasadas junto a los mismos rostros ya familiares por la estancia larga en el asilo, esta sensación tan hostil de abandono que da la sala con paredes de uniforme color, desvestidas de todo dibujo o cuadro que rompa la desolación de sus trazos.
Entre las dos literas de camas corre un libre espacio. Por aquí pasa el medico bien cubierto de prevenciones, indiferente –cuando viene- con esa como impasibilidad del profesional. Anota los enfermos, más bien, los números del lecho que ocupen; apunta los nuevos candidatos al sepulcro, inscribe los fallecidos. Luego, sale.
Esto dura diez, quince minutos. El medico se va escoltado por los ojos anhelantes de los enfermos, caso moribundos.
Después, el mismo silencio, interrumpido, si cada instante por ese como fúnebre martillo de las toses.
Otras veces es el hijo angustiante, la asfixia que precede a la muerte.
Los compañeros de suplicio del que va a morir se incorporan en los lechos vecinos para presentar el terrífico espectáculo que muestra lo que tendrán que sufrir ellos, a su turno.
Es una hora de espanto indecible, a veces más de una hora, de una trágica emoción.
El misterio aletea como un cuervo por la sala. Los enfermos, incorporados en sus lechos, parecen una horrida guardia de espectros, si es de noche, alta noche o la madrugada, el horror es aún más horrible y la escena tiene una espantosa grandeza.
Al prolongarse la agonía, para ahorrarle todo sufrimiento, la hermanita llegase al moribundo pónele una inyección cualquiera y el infeliz muere tranquilo.
Hay cuarenta camas, siempre ocupadas, en esta sala y otras tantas solicitudes de ingreso. Así, cuando un huésped abandona su lecho, no demora en llegar un nuevo ocupante.
Más tarde o más temprano, todos van muriendo. Aun no se registra el caso de que haya salido de esta sala un enfermo que no vaya para siempre rígido en su tosco sudario.


Lirio entre espinas

Sí, ella es el lirio entre las espinas y el consuelo de los afligidos. Pasa como una plegaria pura hecha mujer.
Tiene las manos finas, las manos blancas, ungidas de santidad, como esas con que lavaba las llagas de los leprosos Santa Isabel Emperatriz de Hungría. Su voz es suave, lenta; su palabra dulce, como para rezas letanías, como para ayudar a bien morir.
¡Sor Sofía! Inclinada sobre las frentes ya marcadas por el dedo de la muerte, se la ve, estremeciendo apenas los labios, de los que vuela, inmácula paloma, la oración de los agonizantes.
Con una resignada dulzura sabe hacer menos triste la tristeza de los asilados, menos amarga su amargura.
Ha pasado ya los días aboleños, más una inmortal juventud es la suya. Por eso evoca a las vírgenes muertas en olor de santidad que la conseja describe coronada por las rosas de una primavera inmortal.
Tiene los ojos como velados por lágrimas contenidas y el espectáculo de tantas muertes ha dejado en sus pupilas ese resplandor melancólico, esa misteriosa luz de pena.
Como las alas de eucaristía paloma son las extremidades de su corneta y su paso por las salas tristes va dejando una estela de consolaciones.
¡Sor Sofía!





Aparece Juan García

Diez años hace que vengo ensayando mi procedimiento. Cuantas horas de lucha, de incertidumbre. La burla me acogió unas veces; el temor otras.
Se me dijo loco, desequilibrado. No importa.
Después de gestiones difíciles, conseguí mi propósito: me encomendaron tres tuberculosos.
Los he sometido a mi tratamiento. Ya ve usted, cómo se hallan. La madre puede decirle cómo se encontraban al tomarlos a mi cuidado: eran casi cadáveres. Tengo fe ciega en mi fe inquebrantable. Porque yo he sido tuberculoso y me he curado. Si no me hallara en posesión plena  de la eficacia de mi tratamiento, me faltaría valor para hacer experimentos que fácilmente serían fracasos.
Le probaré a todos que la verdad es mía, que la he conquistado tras inmensa labor de años.
El día en que pasee con estos moribundos, ya curados, devueltos a su familia, y a la vida, será mi día de gloria.
Ye ve usted: tuberculosis pulmonar, tuberculosis renal y pulmonar, tisis a la laringe, tal era el diagnostico de los médicos. Pero yo sé que puedo arrancar a estos hermanos en humanidad de las garras de la peste blanca, lo que hace más víctimas entre nosotros: casi el setenta por ciento de las defunciones.
Después me irá  Estados Unidos, propagaré mi tratamiento. Y ¡quién sabe cuántas cosas me reserve el porvenir! Me lo he jurado a mí mismo: ¡levantaré  a estos cadáveres!...

Quién es Juan García

Así nos dijo Juan García. Este es un hombre de edad media, robusto, habla con soltura; rasurado como un yanqui, sonríe afable y afirma sus palabras con una certeza convincente. Es de Quito. Dice haber tenido dos veces tisis. En la una, involuntaria, se curó con un sistema; en la otra, provocada, también se curó.
Al señor Souza, de Babahoyo, caso constatado y desahuciado de tuberculosis, él lo curó. Asegura que pueden atestiguar su acierto, particulares y médicos.
Ahora se halla buscando las pruebas finales de la bondad de su descubrimiento.
Se le dieron tres enfermos gravísimos y su mejoría es evidente. Sor Sofía cree a Juan un providencial y todos piensan en milagros.
Los enfermos lo adoran.
Él sigue en su tarea con persistencia de iluminado o de loco.
Su palabra, su actitud, su porte son lo del más normal individuo.
¡Si será taumaturgo este Juan García!...

Bajo el cielo gris

Salimos. El cielo es gris y rosa.
Llevamos en el alma una tenaz congoja irrefrenable. Una vergüenza de pertenecer a la especie “hombre”. Y piedad, una desmesurada piedad, una piedad infinita.
Afuera, unos pilluelos desgreñados juegan haciendo muñecos con el barro bermejo de la calle.
Y yo pienso en Jesús, en Koch, en Juan García…

(El Telégrafo, 3 de abril)







Al Pasar (crónicas) de Jean D’ Agreve

A continuación presentamos un juicio valorativo que hace Raúl Vallejo a las crónicas de silva:
Desde el 20 de marzo de 1919 Medardo Ángel Silva venía publicando en el diario el telégrafo, una columna llamada “Al Pasar” firmada como Jean D’ Agreve. El seudónimo responde según Abel Romero Castillo, al título de la novela del francés Eugene Marie Melchior, Vizconde de Vogué (1840-19109, que apareció en París en 1898, el año del nacimiento de Silva, y que es “el símbolo de un pasión que arrastra a la muerte”El estilo de las crónicas es el de una narración con pocos datos informativos a pesar de referirse a espacios concretos, probablemente conocidos por sus lectores. Silva hace de la crónica una prosa cargada de una subjetividad que evidencia su intención de hacer literatura más que de hacer periodismo.El testimonio que silva nos ha dejado en sus crónicas no es solo el de la ciudad como fue, sino sobre todo, el de la ciudad como fue sentida por la mirada del poeta, de la mirada personal de quien escribe.La crónica de silva es la expresión de un “yo”, si la poesía le permitió enfrentar desde la búsqueda del arte una realidad prosaica que atormentaba su espíritu atormentado por la belleza, la crónica le dio por encima de su propia conciencia- el vehículo para expresar directamente el horror hacia un modelo social y económico –y sus representaciones ideológicas- que no alcazaba a ser comprendido por el poeta pero que en el arremeter contra la “burguesa seriedad” era en sí mismo una apuesta por la dignidad del arte y la sensibilidad del ser humano.
Como lo acabamos de evidenciar estas crónicas expresan el sentir más íntimo del poeta por aquella clase ultrajada, por esa parte de la sociedad que es denigrante ante los ojos del burgués, pero que esta es la parte central y la razón de ser de una sociedad.
Ante la mirada de este poeta los burdeles, fumadores de opio y todo lo que acontece en el desarrollo dela noche, son los escenarios predilectos para una buena narración, porque es en estos lugares donde se puede sentir y vivenciar las calamidades y flaquezas de estas personas, pero que también en estos rincones se puede encontrar la paz, pues es aquí donde se pueden esquivar las miradas de aquellas poblaciones que según sus ideales es perfecta.
Estas crónicas sin lugar a duda arrojan como resultado a un escritor no intimista sino más bien un escritor comprometido con aquella lacra social, puesto que mediante estos escritos aprovecha para criticar la hipocresía de la alta sociedad, pues en esta donde se cometen los horrores más grandes, es por ello que la crítica de la una doble moralidad será permanente en las crónicas de silva. 

lunes, 7 de julio de 2014

SILVA Y LA PROSA


Silva no solo se destacó dentro del género de la poesía sino también lo hiso desde el  género narrativo, en los cuales plasmo su particular visión de ver  la sociedad en este caso siendo la sociedad de su ciudad natal Guayaquil.
En cuanto a la creación en el género de la prosa no es muy extenso y no se tiene mucho conocimiento del mismo, quizá debido a la falta de difusión y la dificultad de obtener información de los mismos.
De la producción de este género podemos mencionar las siguientes obras:

María Jesús (novela, 1919)

La máscara irónica (artículos literarios)

Al Pasar(crónicas) de Jean D’ Agreve

El Ecuador intelectual(ensayos críticos)

VOZ DE CRISTAS Y DE TROMPETAS


Silva no era el poeta exclusivo de su YO  interior, ni tampoco cantaba solamente  a su asfixiante vivir, ni a sus experiencias amorosas. Sino a más de ello quería la lección del pasado, el dictamen de la raza, la voz de la tierra, y como un poeta nacional interpretó lo bello y lo grande de nuestra patria.

Para afianzar estos comentarios debemos revisar algunas de sus composiciones de su libro póstumo “Trompetas de oro”  en el cual encontramos los siguiente poemas:

MUERTE, DIOS Y NADA EN LA POESÍA DE SILVA



Silva de infancia huérfana, mordido por un complejo proletariado, lleno de una sensibilidad lírica y sicológica, se hallaba  enfermo de una incurable melancolía aun cuando se encontraba en el nácar de sus días. Así mientras sus amigos de letras miraban con espanto a la muerte, Silva se acercaba con mimos de amigo y de novio leal  y fraterno, quizá porque esta era su única novia en el alama era como el la llamaba su amiga tornera.
Este muchacho asfixiado por  el ambiente mediocre que lo rodeaba e incomprendido por la sociedad tenía que acarrear a más de ello el del dolor de su vida, pues al parecer arte y vida son inseparable por lo que su poesía frecuentemente proyectaba su realidad agónica.
Esta etapa es la más representativa  y quizá la más llamativa ya que relaciona muerte, amor como contantes de su vida sin deja relegado la angustiosa asfixia de vivir  siendo tan joven como lo era.
Obsesivamente la muerte se convierte para el poeta en muchos personajes como: libertadora, reina, enmascarada, esposa que no falta a la cita, esta obsesión lo llevara a intensos estados de unción religiosos y hacia un imprevisto  desajuste sicológico que pudiera terminar en suicidio.
Son testigos de   esta  etapa un sinnúmero de composiciones entre las que mencionamos los siguientes:

       El mendigo

lunes, 30 de junio de 2014

EL AMOR EN LA POESÍA DE SILVA



En una primera instancia Silva como todos sentimental y enamorado dedicó varias de sus composiciones a la novia real y a la lejana de su ensoñación, con tierna ilusión canta al traje azul, al baile, los ojos, la cita de la enamorada o de la muchacha bonita. Los versos se vuelven sencillos, románticos, no hay obsesión carnal ni desesperanza sangrante, solo se respira frescura de juventud  y la presencia de la mujer dora de luz la vida.
Estas características las podemos visualizar en los escritos: El Reloj  Amada  Canción de los quince años
 En un segundo período llamémoslo así Silva, manifiesta  este sentimiento como una fuerza irresistible es decir como algo inexplicable, en diversos textos se nota la presencia de la pasión amorosa la misma que la compara o la convierte en una liturgia en una misa de amor. Parece entonces que la pasión amorosa confunde lo sagrado con lo carnal, afianzando con ello lo que veníamos diciendo anteriormente que la pasión por la mujer conduce al ideal al bien, pero también esa misma pasión conduce al placer y al demonio. Con todos estos antecedentes podemos recabar diciendo que en  estas composiciones podemos revelar el amor un tanto erótico  y por consiguiente la experiencia sexual del poeta.
Estas características las encontramos en: Amanecer Cordial Citeres  Alma en los labios